sábado, 28 de octubre de 2017

Algo sobre Karla y Édgar

Cuando nació Karla, entendí que mi deber como hermano mayor era molestarla y hacerla llorar, hasta que un día llegó ella contándonos que un niño de su primaria la molestaba. Pero ¡cómo puede ser eso posible -pensé-, si esa responsabilidad es exclusivamente mía! Así que tuve que ir a su escuela a darle un susto a su compañerito a la salida y santa solución. Ese día descubrí que también estaba para protegerla. 

Hacerla reír tenía sus ventajas: no sólo era mucho más sencillo, sino que además me evitaba los castigos de mamá. Así que recuerdo momentos en los que la entretenía por horas dándoles vida y voz a los juguetes de la casa. 

En la adolescencia tenía muchos amigos, la mayoría más jóvenes que yo. O al menos creí que eran mis amigos, porque no bien me fui de misionero por dos años a Chihuahua, mi hermana recibió más de seis declaraciones de amor... y yo todavía no llevaba ni un mes de haberme ido. La distancia me impidió darles un susto a sus pretendientes. 

Hace poco más de tres años, Karla y Édgar comenzaron a salir. Como nosotros vivimos en Aguascalientes, no habíamos tenido la oportunidad de conocerlo. Siempre que ella nos hablaba de Édgar, sonaba muy feliz. Decía que era muy divertido y que la hacía reír mucho. Pero, ¡cómo puede ser eso posible -pensé-, si esa responsabilidad es exclusivamente mía! Bueno, toda relación es así al principio porque todo es un descubrimiento, pero no van a durar.

Grande fue mi asombro cuando Karla anunció que para las vacaciones de diciembre iría a visitarnos unos días... con Édgar. Me sentí de nuevo en el deber de protegerla de esta nueva amenaza. 

Cuando llegaron, él se portó amable con todos. Obvio, trata de caernos bien, por eso muestra interés en nosotros. Como a mí me gusta leer, y él estudió literatura, hablamos de libros. Esperaba su arrogancia o condescendencia cuando le decía qué autores había leído y que libros me habían gustado. 

Después empezamos a hablar de películas. Luego empezamos a ver tráilers de películas y entrevistas de escritores en Youtube. Después de un buen rato nos acordamos de Karla, que nos acompañaba desde el inicio de la conversación; para cuando volteamos a verla, ya estaba dormida.

Édgar se ganó nuestro corazón muy rápido y pronto lo consideramos parte de nuestra familia. Desde entonces, y cada que los veo juntos, están cantando, platicando, riendo, abrazándose. 

Amo a mi hermana. Ella ha sido mi mejor amiga desde que yo tenía cinco años. La conozco y es una mujer llena de pureza y amor. Es natural que haya creído que nunca nadie sería lo suficientemente bueno para ella. Y qué bien me siento de haberme equivocado. 

Édgar, nunca he visto a Karla tan feliz en mi vida. Ustedes merecen el amor que se dan y que reciben. Es puro, transparente y, al parecer, inagotable. Están hechos a la medida de su corazón.

Enhorabuena y muchas felicidades.