jueves, 20 de septiembre de 2018

El viaje del viejo

El viejo se fue de viaje
pero su ausencia no es evidente;
es apenas una foto perdida
de nuestra infancia
o inexistencia.

Un recuerdo desdibujado
al que es imposible acceder
sin su retrato.

Un objeto
que no se sabe entrañable
hasta que se le encuentra
por accidente.

Un dios sordo
que todavía sonríe
cuando ve que alguien
                 le reza.

Mi viejo se fue viaje
y sé que lo echaré de menos
cuando regrese.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Un testimonio escrito en papel

En Doctrina y Convenios 62
uno puede aprender
que el testimonio que damos en vida
se escribe en los cielos después,
y claro que lo creo, de verdad,
si así dice, así ha de ser,
pero por si las moscas
éste lo escribo en papel.

Hace tiempo mi familia y yo
tuvimos una prueba de fe,
mis riñones dejaron de funcionar
y nunca supimos por qué.

En esos momentos
de incertidumbre y estrés
mi mamá limpió mis lágrimas
y, sin dudarlo,
me dio la vida por segunda vez.

Pude terminar mis estudios,
servir en la iglesia,
conocer Machu Picchu
y el Empire State.

Tenía un buen trabajo
pero el año pasado, renuncié.
Ya me sentía cansado,
tenía anemia, la presión alta
y, por si fuera poco,
se me hinchaban los pies.

¡Pero qué coraje!
Cuando supe
que necesitaba otro trasplante,
por supuesto me enojé.

(Un momento de debilidad
cualquiera lo puede tener.)

Dios ha sido bueno conmigo
y yo no me he portado muy bien.
Reconozco Su mano en mi vida
y que todo lo que tengo
es gracias a Él.

Es por Su misericordia
que estoy aquí este día,
y por los doctores,
y por mi familia,
y por la mamá de Raquel.

En Doctrina y Convenios 62
uno puede aprender
que el testimonio que damos en vida
se escribe en los cielos después.

Pues bien
quiero que en el cielo se escriba
que tengo cuatro riñones, cuatro,
y que dos son de mujer.

(Aprovecho para decir
que donar órganos en vida
da vida también.)