lunes, 28 de noviembre de 2022

Monosílabos

Para mi mala suerte, cuando invité a salir por primera vez a Raquel, yo no tenía trabajo, ni dinero, ni salud. 

Al principio nuestras primeras conversaciones parecían interrogatorios. Yo lanzaba preguntas que eran contestadas con monosílabos, por lo que los interrogatorios se convirtieron en largas disertaciones. Sabía escucharme, y eso, para su mala suerte, hacía que se me desatara la lengua. 

Un día ella se anima a compartirme un recuerdo, y luego otro, y otro. Advierto que su risa se vuelve cada vez menos discreta después de mis chistes e improvisaciones, y eso, para mi mala suerte, hace que se me desate el corazón. 

A pesar de nuestra diferencia de edad, o debido a ella, nuestra relación duró más de lo que secretamente creíamos. Lo confesamos cuando ya era evidente que queríamos compartir el resto de nuestras vidas juntos. 

*

A principios de este año, para mi mala suerte, enfermé y caí en cama y en depresión varias semanas. No tenía trabajo, ni dinero, ni salud. Pero Raquel me dio el valor de continuar luchando por mis sueños, me obligó a volver a creer en mí, estuvo ahí para levantarme, y todo esto mientras ella luchaba por sus propios sueños, creía en ella y se mantenía en pie.

Cuando invité a salir por primera vez a Raquel, cuando le propuse noviazgo, cuando le pedí que se casara conmigo, lo que hacía, acaso sin saberlo, era pedir su ayuda. 

Y ella, para mi buena suerte, simple y llanamente contestaba: sí.

martes, 22 de noviembre de 2022

Tienes que saber

 Tienes que saber
que ya no le temo
al silencio que sella tus labios
cuando me miras,
ni a que la noche entre a mi cuarto
a hurtadillas
y vomite soledad
en las esquinas,
y deje un pedazo de universo
en la ventana.

Ya no le temo a la muerte,
ni a los fantasmas,
ni a que se quiebren 
las palabras en mi boca,
ni a que mi boca
se quede sin palabras;
pero tienes que saber,
                        también,
que no sé qué forma
tendrán mis miedos
cuando te vayas.