domingo, 21 de agosto de 2022

Mala suerte

El doctor había preferido citarme en su consultorio para compartir el resultado de mi biopsia, en lugar de hacerlo por teléfono. Supuse, por su tono de voz, que no serían buenas noticias, pero nunca imaginé que tendría tan mala suerte.

Como era de esperarse, a partir de ese momento los minutos alargaron su duración. Sentado afuera de su consultorio, mientras esperaba mi turno, miraba un reloj de manecillas colgado en la pared, apenas unos centímetros sobre la cabeza de la recepcionista. El reloj en lugar de los doce números que marcan las horas, tenía dibujos de aves, doce malditos pájaros. Yo tenía que esperar a que la manecilla corta apuntara al cardinalis sinautus, y la larga a la coracina caesia.

Cuando me parecía que el tiempo se había detenido, la puerta del consultorio se abrió, salió una señora con peluca a la que, a primera vista y sin necesidad de estudios médicos, se le podía diagnosticar, por lo menos, sobrepeso e hiperhidrosis, además de cáncer, claro está.

Después de cerrar la puerta, el doctor señaló la silla donde debía sentarme. Lo notaba serio, incluso podría decir que angustiado, triste. ¿No está acostumbrado, acaso, a confirmar a sus pacientes la enfermedad que acortará nuestras vidas? ¿O es que finge pesar?

Sentí las manos y el culo húmedos. Ahora yo era el que sudaba. ¿Se puede contagiar la hiperhidrosis? Estaba por preguntarle esto al doctor cuando comenzó a hablar:

    - Señor Gonzalo, llevo 14 años ejerciendo en esta especialidad, y lo hago de forma profesional. Soy de los mejores oncólogos del país, usted lo sabe, no sólo por lo que cobro, sino por así aparece en las búsquedas de Google y en la Revista Mexicana de Oncología, sin pagar ningún tipo de publicidad, aunque con lo que gano podría hacerlo. Pero, como le digo, no es el caso. 14 años y es la primera vez que ocurre algo así. Estoy muy apenado por lo que voy a decirle, pero la muestra de tejido que le tomamos se extravió. Pero no se preocupe, o no todavía, que ahora mismo podemos realizarle otra biopsia, obviamente sin costo, porque como le digo y usted sabe, soy un profesional. Sólo que el resultado lo tendríamos hasta la siguiente semana.

La manecilla grande apuntaba al cyanocorax affinis, y la pequeña a la tringa nebularia cuando salí del consultorio. Entonces sucedió la tragedia. Sobre la cabeza sentí el primer goterón de una lluvia que yo creía paranormal, pues no había en el cielo algún rastro de nube. Era caca de paloma. Caca de una columba livia, para ser más exactos.