domingo, 26 de enero de 2020

Un hombre completo

Acostumbrado al enamoramiento breve y a la renuncia anticipada, a la soledad autoimpuesta y al amor inconcluso, era natural que desconfiara de mi futuro y de tu convicción de querer estar a mi lado. ¿Qué hacer cuando las cosas salen tan bien?

Quizás esa sea la razón por la que cuando intento escribirte me quedo sin palabras. Todo lo que hay en mí, riñones incluidos, ama todo lo que hay en ti, lunares incluidos.

Amo escuchar tus reflexiones, que encuentres enseñanzas en todo lo que observas, tu amor por los perros y las hormigas. Amo tu risa cuando me equivoco al pronunciar alguna pralabra, o cuando me arriesgo a contar un chiste malísimo que por alguna razón encuentras divertido.

Amo que me mires completo, que conozcas todo lo que soy, todo lo que escondo, en todo lo que me me estoy convirtiendo, y que te guste. Que descubras todos los que fui, lo que estoy dejando de ser y lo comprendas.

Amo tu bondad, tu cariño, tu espíritu, tu empatía, tu madurez y tu inocencia. Pero sobre todo, amo tus ojos. Si soy bueno, si soy un hombre completo es por cómo me miras.