domingo, 20 de diciembre de 2020

Problemas de identidad

A Nikesha Ramos 

Tenías tres años cuando yo me fui de misionero, pero antes me aseguré de que supieras contestar a quien te preguntara a dónde iba: "A Chihuahua, dos años".

Ese día en el aeropuerto, tú y yo fuimos los únicos que no lloramos, tú porque no entendías lo que pasaba, y yo porque tampoco entendía lo que pasaba. Fue hasta que estaba en el avión que lo que te hice memorizar adquirió su peso: Caramba, ¡dos años! y caí en cuenta que no los abracé lo suficiente. 

Regresé con veinte años y problemas de identidad. Ya no era Élder Ramos, y tampoco era Miguel. Mi risa dejó de ser ruidosa, y mis chistes, divertidos. Antes de irme a Chihuahua estaba seguro que al regresar estudiaría letras, pero ahora tenía mis dudas. Karla pasaba por una situación similar: era emo-skate-grupera. Pero tú, a tus cinco años, seguías siendo tú.

Después de un año sabático, decidí estudiar comunicación y fue ahí donde encontré a mis mejores amigos, que en poco tiempo se convirtieron en tus amigos también. Tan amigos tuyos que en uno de tus cumpleaños invitaste a una exnovia cuando yo tenía ya otra novia. Qué silencio se hizo cuando, en una guerra de palabras entre tú y yo, sentenciaste delante de todos los invitados: "¡Tú eres un dejador!". Y cuánta razón tenías: al poco tiempo volví a estar soltero. 

Dejé un trabajo de telemarketing al tercer día, y renuncié de repartidor de birria al primer día. Dejé de decir Shihuahua, y con eso volví a perder lo que pensaba me hacía auténtico. He dejado empolvar la guitarra, el telescopio, la patineta.

Ahora que cumples veinte años, puedes entenderme mejor. Quisiste ser veterinaria, doctora y diseñadora. Ahora estudias comunicación, te encanta la fotografía y haces maquillaje de efectos especiales.

Quizás ser un dejador no es tan malo después de todo. Tal vez sea a través de estos abandonos que podemos conocer quiénes somos. Lo importante, Niki, es no prestar tanta atención a lo que dejamos, sino reconocer lo que permanece con nosotros, incluso a pesar de nosotros. 

Confieso que cuando tengo problemas de identidad, recurro a Karla y a ti. Por más confundido que esté, saberme su hermano me ayuda a encontrar el equilibro, la fuerza, el camino. 

Este dejador te agradece que lo dejes... acompañarte.

No hay comentarios.: