domingo, 25 de septiembre de 2022

Una separación

El cielo tiene una herida
en su costado
por donde se asoma Dios
de vez en cuando
invisible como siempre
y como siempre tan lejano.

El chismoso quiere saber
si hoy le diré que la amo.
Supone que sí porque llevo
flores rojas en la mano,
pero ella todavía no llega
al lugar acordado.

A punto de irme
escucho unos pasos,
es ella y tiene
los ojos húmedos, carajo.

Todo inicio de conversación
me parece malo:
¿cómo estás, qué tienes?
¡qué se dice en estos casos!

De arriba no llegan respuestas,
Dios, como siempre,
cruzado de brazos.

Por cómo me mira
entiendo que quiere
tiempo y espacio,
le contesto, también con miradas,
ella entiende, aceptamos.

Le doy las flores,
me da un abrazo. 

Se va, me voy
y Dios se queda
confundido, esperando.

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