Tienes que saber
que ya no le temo
que ya no le temo
al silencio que sella tus labios
cuando me miras,
ni a que la noche entre a mi cuarto
a hurtadillas
y vomite soledad
en las esquinas,
y deje un pedazo de universo
en la ventana.
Ya no le temo a la muerte,
ni a los fantasmas,
ni a que se quiebren
las palabras en mi boca,
ni a que mi boca
se quede sin palabras;
pero tienes que saber,
también,
que no sé qué forma
tendrán mis miedos
cuando te vayas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario